Érase una vez una compañía fabricante de móviles que durante muchos años, fue líder total y absoluta en ventas a nivel mundial.
Al cabo de un tiempo, vio como primero uno, luego otro, surgieron dos rivales que revolucionaron el panorama móvil mientras esta compañía seguía tan feliz e ignorante, construyendo los mismos terminales de siempre, sin darse cuenta que cada vez vendía menos, y menos, y menos...

Pocos años después, esta ignorantemente feliz compañía por fin se dio cuenta de que debía cambiar su funcionamiento de arriba a abajo, si es que pretendía volver a recuperar el esplendor perdido.
A ello ayudó en mucho la llegada de un nuevo jefe, que sin dudarlo ni un segundo, admitió que la situación era crítica.
La solución pasaba por hacer de tripas corazón, perder parte de ese prestigio y marca propia que la empresa había venido labrándose desde sus inicios, y asociarse con un partner lo suficientemente poderoso como para que la nueva sinergia permitiera volver a salir a flote.

Así, ese fabricante se alió con uno de los grandes en software y que recientemente había creado un sistema operativo móvil (llamémosle Wp7) que aunque aún no había despegado del todo, prometía poder llegar a plantar cara a esos 2 gigantes que acaparaban todo el poder.

Cuando todo el mundo estaba esperando el anuncio de lo que sería el primer smartphone fruto de esta unión entre 2 auténticos monstruos de la tecnología, el fabricante venido a menos se nos descuelga con el N9, un smartphone con un hardware muy poderoso... y un sistema operativo que, si bien había sido prometedor en su día, hacía tiempo que habían dejado de lado.

¿Acaso la compañía apostaba en paralelo por este SO además del WP7? Posteriormente se confirma que no.

Primer "¿WTF?" que sonó a nivel mundial, con muchos preguntándonos qué narices estaba haciendo la compañía, siguiendo disparando a varios frentes cuando claramente debía concentrar todos sus esfuerzos en el muy válido WP7.

No importa, acto seguido se anuncia (¡por fin!) el primer móvil con WP7, que aunque con un nombre más propio de jugador de NBA (Sea Ray), parece que reconduce a la empresa en la buena dirección.

Pero no. La compañía vuelve a las andadas y a los pocos días, anuncia otro nuevo terminal, que no sólo equipa otra vez el antiguo sistema operativo (del que ya se sabe que acabará siendo discontinuado paulatinamente) sino que encima se trata de un gama baja.

Después de esta bonita historia que podría ser de ciencia ficción pero no lo es, permitidme que le ponga nombres y apellidos a todo esto.

Tras el movimiento del Nokia N9, que casi nadie ha entendido por el momento (¿Meego no es mal sistema, pero por qué lo dejas de lado, lo recuperas para el N9 y acto seguido informas que será el primer y único terminal con este SO??), ahora tenemos otro sinsentido más.

Nokia acaba de anunciar el N5, un smartphone de gama baja equipado con Symbian Anna, pantalla de 3.2 pulgadas y cámara de 5 MPX con flash LED.

Sinceramente, desisto de intentar entender a Nokia. Si ya ha quedado claro que la apuesta del futuro está en un ecosistema formado por hardwares potentes, sistemas operativos modernos e intuitivosy mercados de aplicaciones con gran número de títulos... ¿A qué viene ahora este N5?

¿Un Symbian (por mucha versión Anna que lleve) de gama baja? ¿Con quién pretendes competir con este N5, Nokia?
En esta misma gama tenemos a otros elementos como el HTC Wildfire o incluso la HTC Desire original, con mejores prestaciones, un Android Market incomparable con el de Nokia, y un precio que no variará demasiado con el que puede tener un N5.
Eso por no hablar de los Sony Ericsson X8, X10 mini/pro que, aunque no son santo de mi devoción, sólo por el hecho de incluir Android ya superaríann al nuevo lanzamiento de la marca finlandesa.

Enfocando las cosas a nivel interno, desde la misma Nokia, también se me presentan dudas.
¿Qué aporta un N5 frente a un N8 o C7, una vez éstos hayan sido actualizados a Anna? La principal ventaja con que debería contar el N5 (el precio) se desvanece al ser los otros terminales más antiguos y por tanto, con precios mucho más permisible que en sus inicios, aún a pesar de tener un hardware más potente que este N5.

La lógica indica que debe tratarse de un terminal que Nokia ya tenía preparado largo tiempo ha, y que por tanto debía lanzarlo para amortizar la inversión hecha en su fabricación, independientemente de si no era un momento conveniente para hacerlo.
En cualquier caso, la pregunta sigue rondándome la cabeza: ¿Era necesario?

Perdonad la dureza de mis críticas, pero justo cuando uno empezaba a esperanzarme al ver los primeros rumores de un Nokia WP7, se encuentra ahora con este movimiento que vuelve a dejarme totalmente desconcertado y sin saber a que juega Nokia.
De verdad que me encantaría poder colarme en alguna de las reuniones de la alta cúpula de la empresa finlandesa para ver cuáles son las argumentaciones que esgrimen para justificar lanzamientos como éste.

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